Virginia Fourco Artica

El huerto

Virginia Fourco Artica nace en Pamplona (Navarra) el 12 de marzo de 1949, en una familia humilde, primera de siete hermanos, circunstancia que le hace desarrollar un gran sentido de la responsabilidad, esculpiendo al mismo tiempo, su personalidad.
Cuando cumplió 12 años desarrolló un fantástico interés por la lectura de la poesía de Bécquer, el cual suscitó su inclinación hacia los versos, desde entonces comenzó a escribir. Transcurridos tres años, continuó con Lorca, siguiendo a Hernández, y su poesía sobre la censura, desde entonces le considera su maestro, su guía.
Adora el contacto con la naturaleza, los ríos, bosques, valles y montes de su entorno. Considera a los árboles como cercanos y próximos.
Para Virginia escribir es un trance, donde ella misma se sorprende de la capacidad de catarsis y expresión en sus propios versos.

Pronto abandonaré el huerto
que con esmero cuidabas,
aquella verja de adelfas,
de jazmines y lavanda.

Espolvoreé cenizas
como semilla en las zanjas,
un homenaje sonámbulo
para mi alma solitaria.

Una canción en los labios,
aquella que tu cantabas.
Con la lluvia en mis cabellos
en la ausencia de mis lágrimas.

En la frontera de un viaje
sin esperar un mañana,
abandonando equipajes,
sin adioses ni nostalgias.

Seré sudario en mi olvido
entre nuevas alabanzas.
Junto al cauce de una vida
ermitaña entre sus aguas.

Borrará el tiempo la huella
de tus manos en las ramas,
de mis manos en la espera
de tu voz en la alambrada.

Pronto abandonaré el huerto
que con esmero cuidabas.
¡Que la madre-tierra guarde
el esplendor de su estampa!

Mientras, mi ronda concluye
peregrina sin sandalias,
con un racimo de espinos
adornando mis espaldas.

La mudez, leal nodriza
buscando acampar al alba
sobre un camastro de helechos
y un haz de luna de almohada.

Bajo un mosaico de estrellas,
el viento como campanas,
un nido para la muerte,
un retorno a su semblanza.

Quizás navegue la estela
de mi cuitas en las ramblas,
quizás cabalgue en las cumbres
corcel de crines plateadas.

Quise ser vuelo en el valle
junto al huerto que cuidabas,
cuando un presagio escondía
ausencias en la mirada.

Rasgó el rayo silencioso
el caudal de tus palabras…
Abierto quedó aquel libro
con tu aliento entre sus páginas.

En la orilla del destino
mis raíces se aletargan…
He sido amor en tus brazos,
soy amor en la distancia.

Pronto abandonaré el huerto
que con esmero cuidabas,
aromas de hierbabuena
de laurel, romero y salvia…

Abril 2022