Beatriz Celina Gutiérrez Gómez

Beatriz Celina Gutiérrez Gómez. La Habana 1951. Nacionalidad cubana-española. Miembro de Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Sociedad General de Autores y Editores de España (SGAE), CEDRO, de la Agencia Cubana de Derecho de Autor Musical (ACDAM). Graduada del Instituto Politécnico de Economía y Programadora en Sistemas de Computación. Ha cursado cinco post-grados afines a su especialidad. Tiene publicados libros acerca de la interesante temática del emigrante español, poemarios de glosas, cuentos, relatos, novelas y antologías.

Beatriz Celina Gutiérrez Gómez

Quiero vestir mi desnudez

Mi Isla sin peces se siente extraña
cuando todos quieren bracear más allá de su mar,
resiste al tiempo como las columnas griegas,
el sol la provoca y la lluvia limpia sus atrevimientos
y los viejos campanarios despiertan cada mañana,
y sus estatuas hablan en silencio
y las olas golpean sus arrecifes,
y sus bolsillos estén llenos de sueños,
y el agua sigue colmando vasos sedientos
y el humo de un cigarrillo sobresale al aire,
y se escucha el lenguaje de las hojas,
y las aves trinan sus secretos
y los vagabundos perros braman a la luna.
En mi Isla siempre habrá poesía
mientras los talleres del amor no apaguen sus hornos
y el agua, sangre y barro gocen de ganas.
¡Así, es mi Isla exótica¡
Ahí está, en medio del Caribe,
hablándonos de cosas sencillas,
empapándolo todo con sus usanzas,
su honestidad, su bravura, sus costumbres,
sus palmas, caminos y ríos,
que ya no veo, ni ando.
Sabía las cosas que me ataban,
las conocía de memoria,
las echaba a ver desde antaño,
pero la prisa lleva alas
y no alcancé a ver
que mi alma estaba unida a la suya
por el velo de la infancia,
Y ahora, donde anido
veo la cara de mis abuelos en cada viejo rostro
y la claridad de aquellas mañanas
se rompe con las nieblas del silencio
y solo el vacío de la noche echa a ver mi secreto.
Piélago que separa mi isla de Europa
haciéndonos tan distantes,
me gustaría bracear ese trecho,
abrir mi ventana cada mañana
y ver a los pájaros haciendo nidos en los árboles,
a los perros ladrando sin razón,
a gatos trajinando fuera de sus tejados,
a fachadas pintadas de cansancio.
Aquí, todo me es infrecuente
porque el viento agita su prisa
y no encuentro cobijo,
vivo y no vivo,
ya nadie toca a mi puerta
y sólo quiero vestir mi desnudez
antes que la última cuerda de mi garganta
se quiebre al silencio
porque el viento se ha llevado mis palabras
donde no pueden ser escuchadas.
Por eso extraño mi Isla exótica,
a sus calles llenas de brozas
que nadie acude a sanearlas,
unos esperan por otros,
ninguno quiere revolverse en los escombros,
las ratas salen de sus cuevas
como dueñas absolutas de la sombra,
las calles están llenas de brozas,
y yo, cada noche,
añoro que salgan mis ratas.
Piélago que separa mi isla de Europa
haciéndonos tan distantes,
ojalá pudiera nadar ese trecho
y revivir el pasado.