Attilio Lolini
Libros publicados de poesía: Negativo parcial (Salvo imprevisti, 1974), Los restos de Salomè (El bagatt, 1983), Muerte suspendida (La obra editorial, 1987), Arie di sortita (introducción de Gianni D’Elia, Ripostes, 1989), Imitación (prefacio de Antonio Prete, L’Obliquo, 1989), Zombi-suite (L’Obliquo, 2002), Noticias de la necrópolis 1974-2004 (Einaudi, 2005), Papeles sándwich (Einaudi, 2013), Bestiario gótico (L’Obliquo, 2014). Publicó los libretos de ópera de Ruggero Lolini: Emily D., Adele o le rose, La terrazza, Il viaggio (Quaderni di Barbablù, 1984), la prosa Belle Lettere (con Sebastiano Vassalli, Einaudi, 1991), Senza fija morada (Sestante, 1994) y las cursivas La ciudad del molde: cursiva “la voci del campo” 1995-1998 (Mapi, 2004).
Attilio Lolini el poeta pesimista y su sarcasmo
Attilio Sigismondo Lolini (Radicondoli, 9 de mayo de 1937 – San Rocco a Pilli, 22 de junio de 2017) fue un poeta y periodista italiano.
Quien se acerca al mundo de la poesía italiana contemporánea no puede dejar de leer Attilio Lolini. Su obra es un regalo de gran originalidad para el lector. ¡Quién sabe dónde el poeta aprendió como intentar lo nuevo! Los versos de Lolini expresan la vida tal cual es. Su poética aparentemente simple, usa un conjunto de procedimientos textuales que la configuran y la ponen en un contacto violento con la tradición poética canónica. Su poesía es un concentrado de ironía, que mantiene el contacto con la realidad, con la vida.
Este poeta con voluntad decidida persiguió la ruptura con el pasado y la renovación, al mismo tiempo. Sus poemas incluyen el humor, el prosaísmo y el lenguaje, además de lograr una conformación casi coloquial, se presenta como un espacio y una voz que no renuncia en absoluto a la tarea de burlarse de sí mismo, el homo ludens va más allá del rasgo puramente biológico, de la burla que desprecia las verdades superiores. El poeta no temía permanecer en la superficie, ni desaparecer en tierras profundas, tocando la expansión palpable del vacío, el movimiento migratorio del tiempo. La metafísica es un fuerte preliminar y atestigua en la dimensión “Loliniana” la presencia de una caja negra, dispuesta a no revelar todo lo que se encuentra en su interior, reivindicando el derecho a la indolencia. Lolini escribió versos breves y mordaces, utilizó a menudo la herramienta retórica de la rima, para burlarse a espaldas del lector, cortando cualquier pretensión literaria desde el principio. El contenido de sus versos encierra un pesimismo irónico y de gran desencanto, desencanto que Attilio Lolini comparte con su amigo Sebastiano Vassalli. Juntos firmaron dos folletos. El primero, Marradi, de 1988, fue publicado por L’Obliquo: se trataba de un relato satírico a dos voces que azotaba duramente a la sociedad literaria de la que era víctima Dino Campana; el segundo fue publicado por Einaudi en 1991, se tituló Belle Lettere y volvía, en forma epistolar, a episodios del mundo cultural italiano. En aquella época Lolini no era conocido: había publicado una serie de plaquetas poéticas y poco más (una con prefacio de Gianni D’Elia).
Quien conoció Attilio Lolini cuenta que no era una persona fácil, que era siempre muy educado, siempre medido, pero con una causticidad corrosiva, capaz de expresar conceptos tan sintéticos como punzantes. No exprimía reverencia ni se perdía en halagos. Dicen que era una persona mentalmente libre y resistente a cualquier tipo de compromiso.
Attilio Lolini estaba así: esencialmente incómodo; consciente de sentirse incómodo. Su trayectoria como poeta recorre un arco que va desde el «poeta enojado» hasta el «poeta desencantado». Su amigo Sebastiano Vassalli (con quien escribió dos libros: Marradi y Belle Lettere) definió la poesía de Lolini como «malditamente frívola»; Giorgio Manacorda quiso corregir la definición y considerarla «pesimismo frívolo». En realidad, son dos variantes que se adaptan a dos épocas distintas de la obra de Lolini.
El poeta en sus últimos años eligió una vida aún más apartada, respecto a la que siempre había llevado. Muchos cuentan de su timidez, de su carácter rebelde y su resistencia hacia los escenarios públicos, aunque si era en realidad un hombre de brillante conversación, muy culto tanto en su aspecto literario como musical, cómico y mordaz en sus chistes, irónico y autocrítico, hasta el punto de comportarse como un payaso. Uno de sus chistes que me parece más gracioso fue cuando un poeta católico le dijo, muy atormentado: ¡Sabes Attilio, he perdido la fe! Y Lolini respondió: y que decir, yo he perdido todos mis dientes.
Quizás su vida apartada se debe a que en los últimos tiempos la risa ya no era capaz de redimir ese núcleo de desesperación que acompañaba sus versos. Tal vez se había cansado de la hipocresía que rodea el mundo de la cultura, de los falsos poetas, llenos de ego y sin arte. De hecho, muchas veces se comportaba de forma desdeñosa y se mostraba sarcástico y contra los seguidores de la gloria efímera.
Poemas de Attilio Lolini traducidos por Yuleisy Cruz Lezcano
Ya es una sorpresa
si por la mañana uno
se levanta y camina.
se observa
en el espejo:
quién es esa
cara de mierda?
luz blanca
luz tenue
ni rayo de alba
o de día
lavado
todavía diremos palabras
sin importancia
del frío que sale
desde los pies hasta las rodillas.