Concha Nieto

Poema perteneciente al poemario “Mudo es el tiempo”

Concha Nieto es una poetisa española, durante años ha labrado sus versos y su narrativa en silencio y con esmero. Pareciera que ha remendado su sensibilidad y la ha tejido en el papel, con el fin que el lector llegue a la catarsis más absoluta entre la amabilidad de su lírica y la profundidad de sus textos.
Su creación es macerar las pasiones del ser humano y realizar poemas que nos desnudan y nos visten. A través de sus cuentos, relatos, nos hace encontrarnos a nosotros mismos.
Ha publicado varios libros, así como ha sido galardonada con diversos premios literarios, no solo poéticos sino también narrativos.

Alguien encuentra un ángel sobre el agua
con las vértebras deshechas y el corazón
unido a las manos.
Alguien cree que es suyo y lo hace suyo
y lo alimenta, lo embriaga con aceites delicados,
unge la oscuridad de sus cabellos
con el vino puro de los labios.
Transita por su sangre, lava la ingravidez
de sus venas. Recoge sus manos y las junta
y dobla su túnica de encaje
en el fondo de una sombra.

(Alguien heló su pie de ángel, su sed
de ángel, su horror de ángel,
su ciega muerte de ángel).
Alguien ha cosido palabras en su piel,
besos en su noche,
anillos laberínticos en su vientre.

Ahora vuela lejos,
lejos de la niebla, lejos de la vida,
lejos de la noche que crece,
sobre un charco de profundos limos.

Es inútil el beso que tiembla en la frontera.
A medida que el tiempo se me acerca,
voy cerrando ventanas, balcones, galerías,
lamparillas alojadas a los pies de los muertos.

Voy cerrando el cuello gris
de los cipreses.
Los pantanos donde la piel se ulcera,
la alegría semejante a un rojo infinito.

A medida que el tiempo se me rompe,
voy hallando mis pasos en la nieve,
sin desdeñar el luto del agua entre las manos
o el decorado alegre de un charco en el camino.

Voy cerrando los ojos de dioses,
el sordo resplandor de las medusas,
la posada donde habita la herida,
el ojal ciego del amor en mi nombre.

Y no sé si la locura o la muerte,
o quizá el aleteo de la calma
toquen mis senos y en mí se eleve
la poderosa altura del sol,
sobre todo lo que aún duerme.

Seré de corcho o de fuego,
seré, la mitad de una nausea
o el verde sencillo de un árbol.

Y todo lo olvidaré para encontrarlo.
Y todo será amado hasta olvidarlo.