Cruzar la realidad y la ficción no es tarea fácil. La novela como género literario nos aporta la posibilidad de introducirnos en mundos que no existen, cruzándolos con otros mundos que creemos que son reales. La agilidad, la comprensión del diálogo sobre el texto, el compromiso por plasmar una verdad de otros tiempos y la imaginación se mezclan en “Las Memorias de Doña Alma Errante”. Francisco Viñuela nos muestra una novela surrealista, la trama nos persigue fuera del texto, nos devora como si fuéramos diminutos cuerpos en el espacio. Así es como debe ser el texto, una fuerza poderosa de creación e imaginación, bien conjugada con la realidad recordada, y con la que nos rodea.
Un Café con Literatos publicó esta fantástica novela en junio del 2014, la crónica ha sido como un pastel en un horno demasiado lento, no sin otro objetivo que dejar macerar el texto en su nuevo vestido y hacerlo, de nuevo, tan libre como la propia creación, desde donde nació.
El autor es inconfundiblemente un telero, un compositor de tejidos distintos. Se alternan descripciones, monólogos interiores, diálogos directos e indirectos, que dan velocidad a un tiempo, que en ningún momento está estancado, sino vivo, un texto superviviente de los recuerdos mejor guardados.
Sus técnicas, simples hilos inmensamente largos que penetran en la mente del lector, que nos permiten sentarnos donde Doña Alma Errante habla, está y siente. Un mundo sensitivo, lleno de color, de imágenes, también nostalgias que nos transforman hasta llegar al interiorismo de los personajes. La novela es así, una selva demasiada inmensa como para dejarla expuesta en una simple fotografía; hay que llevarla con nosotros mediante la palabra, y Viñuela, no sólo lo logra, sino que da vida a esos personajes que un día estuvieron cerca de él, o quizá fueran él. ¿Qué diferencia existe entre la realidad y lo que se cree real? ¿Dónde está el límite que nos permite diferenciarlo? Sólo hace falta recordar la poética de Aristóteles, “no hace falta que sea posible, sino creíble”. Desde esa magnitud de expresión, y desde esos mundos, muchas veces vetados para muchos, Francisco Viñuela nos deja una de sus mejores novelas, Doña Alma Errante, viaja con nosotros sin tiempo, es atemporal, dinámica y ensoñadora, sin duda toda literatura debe viajar así, sin el tiempo que nos oprime y nos juzga.
“Las Memorias de Doña Alma Errante” son un espejo de lo que nos podría suceder, o de cierta manera lo que ya está sucediendo. Quizá nosotros seamos pate de los personajes de este autor, dispuesto, como siempre, hacer de lo más pequeño mundos gigantes.
Raquel Viejobueno