Si el origen de la tragedia griega suscita polémicas, no es menor la discusión acerca del origen de la comedia. La etimología del vocablo “comedia” llevó a dos teorías distintas sobre el nacimiento de esta creación teatral. Aristóteles explica su procedencia del canto del cortejo fálico: dichas procesiones se remontan a costumbres rurales muy extendidas en las que los falóforos coronados follaje y flores, precedidos por una joven que llevaba un falo, avanzaban entonando cantos alegres y groseros e interpelando a los presentes con sus burlas. La otra teoría, probablemente helenística, asegura que el origen de la comedia se da en tierras del Peloponeso y remonta su etimología a la palabra “aldea”. Los campesinos se trasladaban a la ciudad para entonar cantos de protesta ante las casa de los ciudadanos que los habían ofendido. Al resultar inútiles estas chanzas, los campesinos repetían los cantos en el teatro.
En todas estas procesiones, con frecuencia, aparecen animales, lo que nos lleva a los coros de animales que dieron origen a comedias como Las aves o Las ranas. Estas procesiones y coros fueron enriquecidos con la parábasis, desfile acompañado de versos mordaces, y el agón, el enfrentamiento o debate. Ambas formas desembocaron en la creación artísticamente evolucionada de las obras de Aristófanes.
En el agón destacan las escenas episódicas que tienen su punto de partida en las deikeliktai espartanas, las cuales en lenguaje cotidiano representaban escenas de la vida diaria. A esta corriente espartana hay que añadir la influencia doria de la farsa megarense con una marcada grosería. La farsa dórica, a diferencia de la comida política ateniense, fue representación de figuras típicas como el cocinero, el sirviente, el parásito, etc. No es posible fechar con seguridad la farsa dórica como anterior a la comedia ática, por lo que las investigaciones actuales tienden a considerar la comedia ática como ente autónomo. Sin embargo, otras tesis defienden que al coro ático autóctono que bailaba con disfraces de animales, se le habrían agregado actores del Peloponeso, lo que demostraría la unión del sustrato ático y dórico.
La comedia en el período arcaico carecía de un argumento continuado y sólo la alegría de la fiesta dionisíaca unía los diversos elementos. Aristóteles en su Poética señala a Epicarnio y Formis como responsables del desarrollo orgánico de la comedia. De Epicarnio, que comenzó su actividad en el siglo VI, conocemos treinta y siete títulos y algunos fragmentos que muestran la gran diversidad de su producción. Uno de los temas abordados en sus obras fue la parodia del mito, el de Heracles en particular, a lo que hay que añadir la aparición de lo cotidiano y de toda una galería de personajes tipo. La utilización jocosa de los asuntos abarca el mito, la realidad inmediata e incluso los presupuestos filosóficos de su momento. Los dramas de Epicarnio revelan la influencia de la farsa popular dórica y presenta un particular desarrollo del elemento mímico, propio del occidente griego. Dicho elemento mímico de los dramas de Epicarnio, tuvo continuación e intensificación en las creaciones de Sofrón. El apogeo de Sofrón se sitúa a mediados del siglo V, en el esplendor del período clásico.
Bajo el marbete de Comedia Antigua, acuñado ya por los filólogos alejandrinos, se recogen los antiguos carnavales áticos y otras costumbres rurales, hasta llegar a la obra de Aristófanes. La Comedia Antigua, en concreto la comedia política, tiene como fundamento un régimen político muy determinado, la democracia directa ateninense contemporánea. Esta relación estrecha y necesaria entre democracia y comedia explica los temas que la comedia trata, y que los acontecimientos y personajes políticos que convoca a escena sean rigurosamente contemporáneos, lo que no es impedimento para que en ella tenga cabida el elemento fantástico. En una fase temprana de desarrollo, esta comedia tenía una extensión limitada de versos, la mayoría de ellos pertenecientes al coro, por lo que sólo había algunas escenas aisladas, pero no una acción elaborada de principio a fin.
La Comedia Antigua fue evolucionando hasta alcanzar una regularidad estructural y unos elementos propios característicos. El hilo argumental se fue desarrollando, aunque este siempre se vio salpicado de escenas episódicas que mostraban toda una serie de situaciones bufas. Uno de lo elementos más característicos de esta antigua comedia es la parábasis, momento en que la acción se interrumpe y los actores se dirigen al público bien para hacer una captatio benevolentiae, bien para tratar diferentes asuntos cómicos. Las procesiones y fiestas, en las que siempre está presente el componente erótico, con las que finalizaba la obra ligaban este tipo dramático a los antiguos ritos fálicos.
Se dice que fue Crates el primero en abandonar la sátira personal y las groseras chanzas de la comicidad dórica para dar lugar a un tratamiento más consecuente de la acción. A ello se unió después Cratino, de quien se conocen veintiocho títulos, quien junto al elemento político unió el fabuloso, la crítica literaria y la parodia de los mitos. Hizo de Pericles el blanco de sus burlas, como puede desprenderse de títulos tan expresivos como Pericles cabeza de cebolla con el odeón sobre el cráneo. Los ataques de Cratino debieron de ser groseros y obscenos, por lo que se ha que se ha querido hacer de este poeta el creador del drama político satírico, olvidando que todo tipo de burlas ya estaban presentes en los comienzos de la comedia ática. Quizá fuera Cratino, el primero en extender a los asuntos del Estado las críticas que antes se dirigían a la esfera privada y personal. En este autor se percibe ya la existencia de abundantes elementos de acción desarrollados con audacia, pero su articulación es todavía sumamente floja.
Por su parte Éupolis, el rival más destacado de Aristófanes, es un combatiente político que da a sus obras una intención moralizante atacando la depravación. En comparación con Aristófanes cuya creación fue en gran parte lucha por la paz, Éupolis es mucho más beligerante como demuestran algunas de sus obras en las que hay una gran preocupación por las virtudes militares. En Demos, última obra del poeta, se pueden apreciar los tintes de seriedad que llegaba a adquirir la Comedia Antigua sin renunciar a sus rasgos más groseros, desenfrenados y fantásticos.
De Aristófanes no se puede afirmar que fuera un opositor a la democracia, ya que su crítica al gobierno era un precepto literario que debía cumplir la sátira política. Esta sátira se propone señalar las debilidades del régimen vigente, por lo que la crítica no debe interpretarse como una idea personal del poeta. Aristófanes toma los elementos de la tradición y los combina en una estructura mayor. La viejas bufonadas y burlas son detalles para amenizar sus argumentos fantásticos y magníficos. Sus escenas llegan a una irrealidad extrema y las puebla con personajes públicos de su momento, a quienes obliga a los actos más ridículos, o bien crea un mundo extravagante en el que la gente privada que él inventa contrasta su buen sentido común con acciones de una improbabilidad casi absurda. Junto a este derroche de fantasía, destaca la moderación de sus puntos de vista y su ánimo pacificador, ya que a lo largo de su carrera exhortó a sus compatriotas a no pelear con Esparta y a no tratar a sus aliados como meros súbditos.
Así, Los Acarnienses, es una fantasía cómica en la que ensalza la paz y presenta la guerra como algo absurdo y ridículo. La obra todavía presenta rasgos arcaicos como la alocución al público, que rompe la ilusión teatral, o una forma mucho más libre y menos estructurada. La crítica a los problemas de su momento unida a una desbordante fantasía, sin olvidar la presencia del elemento erótico con tintes obscenos que tanto regocijaban al público, vertebra la comedia aristofánica. En Las nubes aborda el tema de la nueva y sospechosa educación sofística y cómo esta se vale de ardides para hacer de la causa justa, la injusta. En Las avispas, se examina la exacerbada pasión por los procesos judiciales que había en aquellos momentos, y trae a escena en forma paródica juicios reales del momento.
Las comedias de Aristófanes están entrelazadas con referencias a las tragedias, sobre todo a la obra de Eurípides, donde las alusiones alcanzan innumerables versos citados por entero o parafraseados parodísiticamente. En Las Tesmoforantes, toma la figura de Eurípides como motivo y cuenta la venganza que toman las mujeres sobre el poeta trágico por la mala imagen que de ellas da en sus obras. Hay toda una serie de episodios que parodian obras de Eurípides, lo que pone de manifiesto hasta qué punto la Comedia Antigua se nutre de la tragedia de su tiempo.
Uno de los mejores ejemplos de cómo el elemento trágico es importante en la comedia aristofánica es la obra Las ranas. De manera magistral se aborda la problemática del arte nuevo y del arte viejo, donde Dionisos, acuciado por la decadencia teatral, llega hasta el Hades para traer nuevamente al mundo a Eurípides. El dios deberá decidir si es Esquilo o Eurípides quien regresa, y tras valorar mucho su difícil decisión, es a Esquilo a quien trae consigo para depurar el teatro. Los ataques que esta obra puede tener hacia Eurípides no contienen un odio profundo, sino que deben ser interpretados como parodias propias del género. Aristófanes conocía a la perfección la obra euripídea, adoptó su dialéctica y su forma lingüística para poder parodiarlas y en ningún caso utilizó contra Eurípides el insulto procaz. Hay, por tanto, más un homenaje que una crítica.
En la producción tardía de Aristófanes se da una disminución de los elementos esenciales, como es la reducción del coro y la supresión de la parábasis, además de un desplazamiento a la categoría de recursos de segundo orden del componente satírico y de la burla procaz. En sus comedias, por importante que sea la comicidad derivada de la situación, es la lengua el vehículo de ese humor. Como características de la lengua aristofánica podemos señalar la acumulación de juegos de palabras, el empleo de asonancias, la explotación de la distorsión y el doble sentido que brindan los nombres propios y el uso de los diferentes registros lingüísticos, bien sea el vulgar, el elevado o el poético, con la intención de producir un efecto cómico mediante la parodia de la sublimidad trágica.
Las últimas obras de Aristófanes avanzan elementos que estarán presentes en la Comedia Nueva, pero no indican claramente el camino que conduce a Menandro.
Junto al cultivo de la comedia, hay que destacar un tipo de teatro con un componente humorístico muy importante, pero con características distintas a la comedia: el drama satírico, dominado por el lenguaje jocoso y la presencia en escena de los sátiros, con su gusto por los placeres físicos. Los tres grandes trágicos escribieron composiciones de este tipo que fueron muy valoradas en su momento. Respecto a la faceta de Esquilo como poeta satírico, algunos hallazgos recientes corroboran la fama que el autor tuvo en la Antigüedad. Se han recuperado fragmentos de algunas obras satíricas como Los Dictiulcos o Las Etneas que permiten hacerse una idea de la frescura y dominio que el poeta tenía en esta materia.
De Sófocles se conservan partes extensas de una pieza satírica titulada Los rastreadores, sobre la niñez de Hermes, con el motivo le robo de los bueyes y la invención de la lira. Gracias a este hallazgo, en la actualidad pueden compararse las piezas satíricas de Sófocles y Esquilo, de una mayor frescura, frente a las obras de Eurípides. Los sátiros, tanto de Sófocles como de Esquilo, son diablillos desvergonzados y simpáticos, cuya naturaleza está captada con una maravillosa naturalidad. En estas composiciones hay frescura y despreocupada alegría, mientras que en El Cíclope de Eurípides, aun sin llegar a carecer de humorismo, hay una mayor presencia del elemento intelectual.
En cuanto a la posterior Comedia Nueva, se considera a Menandro su máximo representante, aunque también algo sabemos de los restante autores como Dífilo, Filemón o Apolodoro de Caristos a partir de las recreaciones de Plauto y Terencio y de los fragmentos conservados. Las comedias de Menandro, aunque no fueron muy valoradas en el momento de su representación, tras su muerte fueron muy apreciadas y pronto consideradas clásicas. Su lengua relativamente fácil, su rechazo a la invectiva y las inmoralidades propias de la Comedia Antigua y el carácter moralista de sus planteamientos le hicieron especialmente indicado para los primeros niveles de enseñanza tanto para los griegos como para los romanos.
El helenismo, período cultural en el que vivió Menandro, es una época de profundas tranformaciones políticas, sociales y económicas. Los diversos cambios socio-políticos que provoca la desaparición de la polis y del antiguo orden tienen su reflejo en la literatura. Triunfan los géneros en los predomina la evasión y el entretenimiento y que vuelven la vista a los conflictos individuales más que a los sociales, algo que ya estaba presente en las últimas producciones de Aristófanes. Se produce un abandono progresivo de los temas mitológicos en favor de los ambientes cotidianos, desaparece la sátira y la invectiva personal, y dicha reducción de temas acarrea una disminución de personajes, que se circunscriben al ámbito familiar. El tratamiento realista de los temas hace desaparecer el elemento fantástico, propio de la comedia de Aristófanes, a la par que se va mejorando la trabazón argumental, lo que crea argumentos más verosímiles y mejor justificados, y se profundiza en el carácter de los personajes. Un cambio importante es la desaparición del papel del coro, que ya se da en las últimas comedias de Aristófanes y que en Menandro queda relegado al papel de interludio entre actos.
La influencia de Eurípides en la Comedia Nueva es muy profunda. Tanto en el trágico como en los comediógrafos de la Nea se da un gusto por las separaciones y reencuentros inesperados, nacimientos de niños ilegítimos, obstáculos e intrigas en la consecución del amor entre jóvenes que obedece al gusto del público por lo novelesco.
Los personajes pertenecen a una minoría de buena situación económica y los argumentos están llenos de situaciones insólitas, con raptos, separaciones, reencuentros y el obligado final feliz. Los personajes son personas particulares representadas en su vida diaria y el argumento se desarrolla según la lógica interna de las situaciones y del comportamiento esperable de los personajes. El motor del argumento es el amor entre jóvenes y las dificultades que encuentran para poder realizarlo, lo que permite presentar toda una galería de personajes y del entramado social del momento, remitiendo a la vida cotidiana del espectador y sus preocupaciones domésticas.
Junto a la tendencia al realismo aparece la formalización de la unidad de espacio y tiempo: la acción se desarrolla en un espacio público al que desembocan caminos o calles y dos o tres edificios y al que se sacan acciones privadas; la acción dramática se produce en el espacio de un día, rara vez incluye la noche anterior. El argumento se estructura en cinco actos marcados por interludios musicales, que son interpretados por un coro que ya no forma parte de la obra, pero el desarrollo argumental no coincide con los actos, sino que se crean relaciones entre actos para reforzar la unidad de la obra. No existe ya la estructura altamente formalizada de la Comedia Antigua, en la que se mantenían elementos de carácter ritual, con algunas partes tan ajenas a nuestras convenciones como la parábasis. Sin embargo, la Comedia Nueva mantiene la posibilidad de romper la linealidad del discurso y la ilusión dramática, como efectivamente hace en monólogos de todo tipo o apartes que los personajes dirigen al público, o saca a escena un personaje prologuista que da la información imprescindible sobre el argumento.
Se combinan motivos típicos que aparecen en comediógrafos posteriores como el obstáculo inicial para la boda, provocado por los padres o por otros impedimentos legales debidos al status de no ciudadana de la joven, esclava o no, y la consiguiente subsanación del obstáculo, con frecuencia mediante anagnórisis. Los problemas sobrevenidos, los cambios de fortuna sorpresivos, los encuentros inesperados, todos estos elementos, en los que en mayor o menor grado interviene el azar, constituyen la base de las obras, y dichos elementos argumentales conducen a la felicidad de los amantes gracias a la anagnórisis ya sea de padres e hijos, ya sea de violador y víctima. Los motivos y temas se combinan siguiendo una lógica interna que, a pesar de la inhabitual abundancia y acumulación de sucesos, es presentada como natural y en perfecta coherencia con el carácter de los personajes, lo que constituye uno de los rasgos más significativos de la comedia de Menandro. Ejemplo de todo esto lo podemos encontrar en Arisco, Escudo, Samia, Arbitraje o Rapada en las que el motivo de la boda, el nacimiento, y la anagnórisis están presentes.
En Menandro el carácter de los personajes motiva el desarrollo específico de la trama, o viceversa y por encima de la caracterización individualizada, los personajes comparten una serie de rasgos que son los que los adscriben a una figura determinada. Así encontramos a la joven, muchacha que de forma pasiva sufre las peripecias de la acción y a veces los ataques de su enamorado. El joven protagonista es un enamorado desesperado, incapaz de pensar, que precisa la ayuda de otro, incluso la de un siervo, para lograr el objeto de su amor. Mientras en la Comedia Antigua Política el protagonista suele actuar solo, en la Comedia Nueva los protagonistas se mueven en el ámbito familiar, rodeados de familiares y amigos. La función del amigo es asumida en la comedia por diversas figuras; el personaje originario es un joven de similar edad a la del protagonista. Pronto se producen desviaciones en la pareja protagonista-amigo, motivadas por la obligada economía dramática en tramas amorosas ya de por sí complicadas, y otros personajes asumen la función de ayudante. Uno de ellos, de gran juego dramático y honda raigambre, es el parásito. Pero será el servus el que termine asumiendo el papel del amigo, una figura muy cómoda en la construcción del contexto dramático, ya que no necesariamente ha de tener historia propia, pudiendo ser la suya la de sus amos. Correlato femenino del servus es la nodriza, anciana fiel a su ama que desarrolla en la comedia ciertos tópicos negativos como el amor al vino y la charlatanería. Entre estos personajes-tipo, hay uno que destaca: es el personaje prologuista de la comedia, papel que a veces cumplen los personajes de la obra, pero que con frecuencia asume una divinidad. Menandro utilizará estas figuras para informar sobre la historia anterior al comienzo de la acción y para avanzar el final en líneas generales o dar alguna información desconocida por los restantes personajes. Pero, además, con esa información va dando Menandro las claves de la interpretación de la obra, va señalando aquellos aspectos de la trama o del carácter de los personajes que le interesan y en torno a los cuales gira la comedia.
El mismo afán de realismo que se da en el resto de elementos de la comedia, aparece también en la lengua y los procedimientos estilísticos. Frente al elevado uso de diferentes metros y recursos de la Comedia Antigua, hay en Menandro una reducción de los procedimientos estilísticos que se reservan para momentos especialmente significativos, aquellos de mayor tensión emocional o diálogos en los que se abordan situaciones trascendentes. El metro se vuelve más cercano a la lengua hablada, y dicha lengua es utilizada para la caracterización de los personajes, en claro contraste con el uso de la lengua en la Comedia Antigua, más preocupada por su efecto cómico inmediato que por la coherencia de sus rasgos en cada personaje concreto.
Conocida es la presencia de Menandro en Roma, en especial su influencia en la comedia. Los autores romanos prefirieron la Comedia Nueva como modelo por diversas razones: su relativa cercanía cronológica, que convierte a la obra de Menandro casi en contemporánea del mundo romano y por el tipo de temas que trata, que afectan a las relaciones entre las personas, con un carácter moralizador y por ello más universal. Si a ello unimos la práctica desaparición de la invectiva personal y del ataque político directo, tenemos unas obras que se adaptan a la perfección a las necesidades de los comediógrafos romanos, de los autores de la palliata, pero también de la togata.